Metafísicamente.

Para Platón existían dos ámbitos de la realidad muy diferenciados: el mundo inteligible y el mundo sensible. Las ideas eran la auténtica realidad, lo inmutable e imperecedero. Por su parte, Aristóteles, asentando las bases de su pensamiento y su racionalidad en la observación de la naturaleza y los seres vivos, no contemplará la existencia de dos mundos, sino más bien de uno solo. La realidad es lo que se nos presenta en este mundo, y las ideas no son otra cosa que lo que dota de forma a las cosas.

Pero en esta descripción de la realidad hay que hacer una matización: igual que Platón postula los dos mundos separados, en Aristóteles existe una división entre el mundo sublunar (el mundo físico, donde hay generación y corrupción, cambio y movimiento) y el mundo supralunar (formado por las estrellas, donde existe un quinto elemento, el éter, que se denomina la quintaesencia).

Epistemológicamente.

Teniendo en cuenta esta división y la existencia del mundo de las ideas platónico, no es de extrañar que las teorías del conocimiento de ambos autores sean tan dispares. Para Platón el conocimiento propiamente dicho residía en el recuerdo; era una reminiscencia, puesto que el alma ya había conocido todas las ideas posibles y, al entrar en contacto con las cosas sensibles, las recordaba. Para Aristóteles, en cambio, todo es mucho más terrenal, puesto que postula la existencia de un alma mortal, y el aprendizaje solo se puede dar en vida. Por eso para él la principal fuente de conocimiento será la sensación, que dará lugar al conocimiento. Podríamos decir que para Aristóteles la experimentación es la base del aprendizaje, mientras que para Platón lo es el recuerdo.

Políticamente.

Si bien es cierto que ambos pensadores tienen una obra importante dedicada a la política (La República y La Política, respectivamente), las diferencias en torno a cuál es el mejor sistema de gobierno y de organización de la polis es diferente entre ambos. Platón se declara antidemocrático, influido, entre otras cosas, por la condena de un tribunal popular a su maestro Sócrates. Para Platón, el mejor gobierno era el de los mejor preparados, una aristocracia educada y formada; la democracia y la tiranía estarían entre las peores formas de gobierno. Por su parte, Aristóteles dirá que existen algunas formas de gobierno que, dependiendo de las características de la ciudad, pueden ser las mejores para unas circunstancias concretas. Así, aceptará que a monarquía puede ser igual de buena que la aristocracia a la hora de gobernar correctamente una polis, mientras que la tiranía o la oligarquía serán las menos deseadas. Por tanto, ambos coinciden al señalar que la tiranía y la democracia son las peores formas de gobierno, porque suponen una corrupción y degeneración que no benefician en nada a la ciudad.

Éticamente.

Por último, no podemos dejar pasar por alto en esta breve comparación los distintos conceptos e virtud que estos pensadores tienen. Para Platón, la virtud dependía del tipo de alma que predominase en el sujeto, de manera que en un artesano la prudencia era lo virtuoso; en un guerrero, la valentía, y solo el filósofo-rey podía alcanzar la idea de Bien (por eso era el que tenía que gobernar, porque conocía el Bien). En Aristóteles, la virtud no viene determinada por la clase social, sino que puede ser alcanzada por cualquiera siempre que se esfuerce y convierta en hábito el uso del “justo medio” a la hora de obrar; por lo tanto, todos estamos capacitados para poder obrar bien moralmente hablando.

(Ruiz Sánchez J.C. Historia de la Filosofía. Bachillerato 2. Andalucía Canarias. Editorial Mc Graw Hill.2013)